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ADIOS, AMIGO KAROL

ADIOS, AMIGO KAROL Pocas veces en la vida tenemos la oportunidad de encontrar a una persona que nos de más de lo que tal vez merezcamos, muchísimas menos las de poder compartir con esa persona y descubrir en su mirada un amor tan puro que atraviesa el propio corazón y nos hace descubrir algo nuevo dentro de nosotros mismos. Hoy día gran parte de la humanidad llora la partida de Karol Wojtyla, el Papa Juan Pablo II, quien encarna con clarísima nitidez (desde mi punto de vista, claro está) estas dos características que lo hacen para mi un amigo cercano, más allá de las divergencias que pueda tener con el pensamiento conservador de la Iglesia Católica.

Bastaba verlo por televisión unos minutos, observar su rostro, y escuchar sus palabras para que algo nuevo se suscite dentro de cada uno, unas ganas de ser mejor persona que brotan como un manantial que va cobrando fuerza hasta convertirse en un rio. Tanto amor en una mirada es incapaz de pasar desapercibido, es imposible no tomar partido frente a un corazón cuando se muestra y se ofrece sin ataduras, en libertad, sin reservarse nada más que las ganas de hacer llegar a los que le rodean el tesoro más grande que su alma pueda albergar.

Y es que el Papa Juan Pablo II a pesar de su lejanía física, siempre fue muy cercano a todos, en especial a los jóvenes. Cómo olvidar aquellas tres palabras que con tanto amor nos dedicaba: "No tengais miedo", cómo no tener presente aquella preocupación sana de un amigo leal y sincero que desde su forma de ver el mundo se acerca para regalarnos lo más preciado para él: su fe. Dicho amor estuvo presente en sus últimas palabras al referirse a la gran cantidad de jóvenes que velaban en la Plaza de San Pedro: "Os he buscado y ahora vosotros habéis venido a mí. Os doy las gracias".

Y es que Karol Wojtyla ha sido parte de la historia de muchas personas, ha marcado muchas vías, por ejemplo: la mía. Aún recuerdo aquella mañana de febrero de 1985, no había ido al nido, me habían llevado a casa de mi tía Graciela en la Av. La Marina porque el Papamóvil iba a pasar, fue casi un parpadeo, pero aún conservo el recuerdo del Santo Padre vestido de blanco, de pie, mientras que un niño de cinco años y su hermana desde una ventana agitaban su banderita vaticana emocionados. Recuerdo además cuando el Papa viajó a México en el 99, el encuentro que se realizó con todas las generaciones del continente en el estadio Azteca, hubo conexiones via satélite con diversas ciudades americanas (entre ellas Lima). Yo estaba a las afueras de canal 4, con otros tantos miles de personas, portando entre dos una inmensa banderola amarilla. Cuando vimos en la pantalla gigante que las imágenes de Lima salían en la televisión internacional (nos dábamos cuenta por el borde amarillo que les ponía la señal de Televisa)empecé a gritarle al que me ayudaba a sostener la banderola que la moviese, para ver si es que era esa la que estaba siendo retransmitida, y por ende estaba siendo vista hasta por el mismísimo Papa. Pero bueno, lo gracioso fue que el que me ayudaba era mas soso que un saco de martillos y que el único que movía era yo desde mi extremo. El domingo pude ver por cable esas imágenes y me emocionaron una vez más.

Y bueno, este es el homenaje que quiero hacerle a este hombre que ha cambiado la historia del siglo XX y también la de este.

Les dejo este AUDIO, es una canción que creo que caracteriza mucho lo que significa Karol Wojtyla para mi.PESCADOR.MP3

1 comentario

adrianilla -

Una pena la muerte del papa. Siempre recordaremos su capacidad conciliadora con otros credos, pero también su intolerancia respecto de las libertades de la mujer y de los derechos de los gays. Definitivamente, Dios no estaba presente cuando pronunciaba sendos discursos en contra de las minorias que no le hacian gracia. Claro que los papas que vengan no seran menos intolerantes que él, por cierto (encima, iban a proponer a Cipriani y el cruelisimo Ratzinger sigue en el bolo).