::: LA UNIVERSALIDAD DEL PATRIMONIO GALLEGO PORTUGUES: LOS INICIOS
Tradicionalmente conocemos a España y Portugal como dos estados independientes y soberanos, diferenciados claramente el uno del otro, ignorando las particularidades y realidades nacionales y regionales que se esconden en uno y en otro. Esta rica diversidad, que escapa a los libros de texto y se cuela en el plano del imaginario colectivo, de la celebración de la vida y de la muerte, dibuja un mapa muy distinto al que nos cuenta la historia “oficial”. Así que para iniciar esta travesía por el imaginario gallego portugués, los invito a que nos situemos hace unos 5000 años en el noroeste de la península ibérica, en el espacio comprendido entre el mar Cantábrico, por el norte; el río Duero, por el sur; el océano Atlántico, por el oeste; y, en buena parte la cordillera Cantábrica y la meseta Castellana, por el este (por si acaso he puesto un mapa). Una tierra lluviosa, llena de bosques y prados, con unos mil ríos y riachuelos abriéndose paso y dejando pliegues en su verde piel.
En este período, el territorio antes descrito vio aparecer infinidad de construcciones megalíticas. Construidas por gentes venidas de otros parajes (algunos dicen que del norte de Europa, otros dicen que de África) estos dólmenes y mámoas fueron lugares de culto, monumentos funerarios, lugares en donde los fundadores de esta particular visión de ver el mundo se relacionaban con aquella dimensión infinita y desconocida de la cuál se impregnaría ésta a lo largo de los siglos. El eterno retorno, representado por las espirales grabadas en piedras a lo largo del territorio es un importante elemento a tener en cuenta, junto con la metalurgia, surgida en el segundo a. de C. y que permitió el contacto con otras culturas atlánticas y con el mundo mediterráneo.
Posteriormente, llegaría a estas tierras una oleada de invasiones conformadas por pueblos que marcarían profundamente el noroeste peninsular: los celtas. La presencia céltica alcanza en la región un carácter completamente distinto al del resto del territorio europeo: en el noroeste peninsular ésta da lugar a un proceso de mutua apropiación de rasgos de identidad al entrar en contacto con las numerosas y distintas culturas locales, originando una nueva realidad cultural, afín a otras culturas de raíz celta, pero con elementos propios y diferenciadores que marcan una personalidad propia, con una organización social y un universo simbólico y material representado en los castro (de los cuales publico algunas fotos) y de los que se conoce de la existencia de unos 5000, aproximadamente. La relación entre la lengua lusitana y la celta dio lugar a una relativa identidad lingüística en el territorio.
Bueno, hasta aquí la primera parte de la historia, si quieren saber qué pasó, cuándo llegan los romanos y cómo es que se dividió esta primitiva unidad, conéctense mañana, que hoy ya quemé cerebro.
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