EL INTI RAYMI EN CUSCO - PERU En Sudamérica las celebraciones por el solsticio de invierno ya han comenzado, herederos de culturas tan importantes como la Inca, los rituales han sido recuperados el siglo pasado en medio del interés por reavivar la llama de la identidad propia y de dar gusto a los turistas.
El Inti Raymi fue la fiesta más importante del Imperio Incaico, su principal objeto era el de rendir culto al dios Inti (el sol) y se celebraba en la plaza de Huacaypata de la ciudad del Cusco. Cabe decir que el calendario Inca era de índole agrícola dividiéndose en períodos relacionados con las actividades del campo como son la siembra o la cosecha; por este motivo, la Fiesta del Sol era realizada al final de las cosechas de papa y maíz. Actualmente arqueólogos e historiadores han reconstruido en parte esta ceremonia que se representa anualmente en la Fortaleza de Sacsayhuamán. El Inti Raymi se propagó durante el Imperio Incaico por todo el Tawantinsuyo (extensión territorial que éste ocupaba), hoy en día existen representaciones alusivas a ésta festividad en Ecuador, Bolivia y el norte de Argentina.
Las celebraciones se inician ese mismo día 24 con la salida del sol, el Inca (representado por un actor) enciende el fuego nuevo con los primeros rayos a través de un brazalete cóncavo de oro que se ponía contra la luz solar la cual era proyectada hacia un copo de lana de llama. Una vez encendida una pira con el fuego nuevo, este sería llevado a las cuatro esquinas del Imperio. Según los cronistas, en la época incaica la noche anterior se habían apagado todos los fuegos de la Ciudad Imperial, el fuego era completamente nuevo, representando así el ciclo de la vida, la cultura andina se caracteriza por tener una concepción cíclica del tiempo, destacando en esta celebración el tema del eterno retorno.
El Inca y la Qolla (su mujer) son llevados en andas desde el Qoricancha (el Templo del Sol de los Incas, sobre el que se construyó en la colonia el Convento de Santo Domingo) hasta la Fortaleza de Sacsayhuamán, (créanme, debe de ser durísimo llevar las andas porque una vez hice a pie el tramo entre la Plaza de Armas de Cusco y la Fortaleza y terminé con la lengua afuera, no está muy lejos pero es una subida impresionante a través de calles escalonadas y senderos que se internan en el monte verde). Una vez allí la ceremonia continúa, realizándose rituales para adorar al Sol con danzas provenientes de los 4 suyos (provincias) en los que estaba dividido el Tawantinsuyo (imperio).
Uno de los momentos principales del Inti Raymi es la simulación del sacrificio de una llama (cuando era pequeño vi una vez la ceremonia por televisión y quedé traumado, luego me enteré que era un animal disecado; menos mal, que sino iba a llamar a todas las sociedades protectoras de animales del mundo). En la representación,el Sumo Sacerdote debe efectuar (entiéndase simular) el sacrificio de una llama completamente negra o blanca; y, con un cuchillo ceremonial dorado denominado "Tumi" debe abrir el pecho del animal y extraer con las manos el corazón palpitante, los pulmones y vísceras para mediante la observación de dichos órganos poder predecir o pronosticar el futuro.
EL AÑO NUEVO AYMARA 5512 Para los Aymaras, pueblo amerindio asentado en Bolivia, Perú y el norte de Chile, el día del solsticio de invierno es considerado desde la antigüedad como la fiesta del Año Nuevo. Cada año celebran un ritual en el Templo de Kalasasaya y la Puerta del Sol en Tiawanaku (Bolivia) el cual tiene lugar al amanecer (cerca de las 6:00 am), puesto que la tradición señala que son los primeros rayos del sol los que fecundan la tierra.
Minutos antes de las 06:00 comienza la ceremonia central con la quema de cuatro mesas ceremoniales en el templete semisubterráneo del complejo arqueológico de Tiwanaku. Los primeros rayos de sol son esperados frente a la Puerta del Sol cerca de las 07:00, instantes considerados oportunos para recibir la energía cósmica del sol.
Según algunos antropólogos bolivianos, el sentido del rito es asegurar la reproducción de la vida con las bendiciones del Sol para la siembra y la cosecha y, aunque se realiza desde la década de los años 80 en la ciudad de Tiwanaku, rememora antiguas prácticas de las comunidades aymaras.
Bueno, realmente hasta hace dos años no sabía casi nada de la cultura Aymara pero a fines del 2002 viajé con dos amigos a Puno y Bolivia (hay harto que contar de esa experiencia) y fuimos recibidos en un pueblo Aymara en la carretera Puno y Desaguadero. Si bien solo me quede una noche y con las justas puede aprender a decir kamisaraki y waliki para poder saludar a las personas, me gusto mucho la sencillez y solidaridad de la gente, así como su determinación frente a la vida.
LA FIESTA DE SAN JUAN EN LA SELVA PERUANA El día de San Juan es la principal celebración en la Selva Peruana. En esta fiesta confluyen la sabiduría de los pueblos nativos como los shipibos o los machiguengas con las costumbres católicas traídas por los misioneros españoles. Una noche y un día mágicos, en que se podría jurar que los personajes de las fabulosas leyendas del Perú amazónico van a salir de entre la espesura de la Selva a representar su historia frente a nuestros propios ojos, todo acrecentado por el calor tropical y por la alegría de su gente.
Según una antigua leyenda, en un pueblo cercano a Iquitos, hace muchos años, un miembro de la tribu de los jíbaros, se internó en la selva para cazar. Luego de caminar por algunos kilómetros, escuchó el silbido de un ave. Tató de ubicarlo en la espesura, sin lograr hacerlo. La supuesta ave, siguió silbando hasta que aquel bello trino, se convirtió en palabra. Alguien había pronunciado su nombre. Un tanto temeroso y confuso, trató de buscar quién lo llamaba y entonces logró ver entre las ramas de un viejo árbol, la imagen de un santo.
Regresó rápidamente a su aldea, donde contó a su tribu lo sucedido y en la noche, durante su sueño, la imagen se le presentó como San Juan Bautista; quien le manifestó que había sido encargado por Dios para ser el guardián tutelar de la región. La tribu le erigiría una iglesia y el santo, les indicaría los lugares más aptos y la época más adecuada para realizar sus sembríos. Así se iniciaron las celebraciones en su honor.
Al filo de la medianoche, se encienden hogueras denominadas shuntos en las calles principales. Las fogatas con su resplandor maquillan la oscuridad. Sus largas lenguas de fuego, según las creencias de la zona, sirven para hacer perdurable el amor y la felicidad en el matrimonio y el hogar. La víspera de San Juan es propicia para vaticinar el futuro. Es por eso que los adultos se atreven a prever los acontecimientos, rompiendo un huevo fresco en el fondo de un vaso de agua. Viajes, matrimonios, nacimientos, enfermedades y desgracias, se pueden vaticinar al interpretar las formas que toman la clara y la yema al interior del recipiente.
Hay otras creencias que llenan de magia y misticismo la noche del 23. Se dice que observar el florecimiento de las higueras trae buena suerte; y que es recomendable hacer guardia en las zonas en las que pudiera haber dinero enterrado, con la esperanza de vislumbrar el resplandor azulado que a la medianoche señalará el lugar exacto donde se encuentra el tesoro.
En la mañana del día 24, los hijos de la Amazonía se dirigen a los ríos, pozas o cascadas cercanas, para darse un baño purificador... Las aguas están benditas, porque San Juan ha bautizado a Cristo en el cauce del río Jordán. Horas más tarde, la fiesta llega a su apogeo. La gente baila, nada, canta y come a orillas del río. La tradición manda servir ese día un potaje llamado juane, el cual es preparado con arroz y carne envuelto en hojas de bijau o de plátano, de modo que parece una representación de la cabeza de San Juan, entregada a Salomé en una bandeja por parte de Herodes.