::: MARIA SOLIÑA: EL CORAJE DE NO OLVIDAR
Bueno, esta es la primera leyenda que publico y es una que me gusta mucho, se basa en un hecho real en la infaltable en este blog tierra gallega, en concreto en el pueblo de Cangas, en la Provincia de Pontevedra.
Cuenta la historia que allá por el 1617, más o menos, la costa de Galicia era asolada por terribles piratas turcos, ávidos por apropiarse de las riquezas extraídas de América que pasaban por los puertos gallegos. En ese año el ataque turco fue brutal, dejando muy empobrecida a la población, la cual buscando chivos expiatorios y azuzada por la inquisición empezó una caza de brujas. Al parecer, la idea del Santo Oficio era desposeer de ciertos derechos a unas familias del pueblo, atacando precisamente a las viudas de los defensores del pueblo.
Ahora sí, la leyenda: vivía en Cangas una mujer de 70 años como cualquier otra, con una familia, un hogar, un mundo. Todo transcurría en su vida con normalidad cuando de repente los turcos atacaron el pueblo desde el mar, dando muerte a su esposo. Su nombre era María, y a partir de ese momento su vida cambió por completo: abrumada por la soledad y el desconsuelo todas las tardes iba a la orilla del mar a contemplar aquel lugar donde su amado había dado la vida. Al tener un comportamiento sospechoso, los rumores de que era meiga (bruja) no se hicieron esperar en el pequeño pueblo, por lo que el clero decidió juzgarla, sometiéndola a graves tormentoas a fin de hacerla confesar, cosa que sucedió después de un tiempo. Como todos sospechamos, la pena que se le aplicó fue la de la confiscación de sus bienes y derechos. La historia de María pervivió en el pueblo, que la bautizó como MAría Soliña, o María Solita, por la soledad que sentía aquella pobre mujer. Y su recuerdo ha pervivido por casi 4 siglos, recordada en coplas y poemas, que son un reclamo imperecedero frente a la injusticia, ensalzando a una mujer que se atrevió a no olvidar a quienes amaba.
Polos camiños de Cangas
a voz do vento xemía;
Ai que soliña quedache,
María Soliña.
Por los caminos de Cangas
la voz del viento gemía
ay, que solita quedaste
María Soliña.
Cuenta la historia que allá por el 1617, más o menos, la costa de Galicia era asolada por terribles piratas turcos, ávidos por apropiarse de las riquezas extraídas de América que pasaban por los puertos gallegos. En ese año el ataque turco fue brutal, dejando muy empobrecida a la población, la cual buscando chivos expiatorios y azuzada por la inquisición empezó una caza de brujas. Al parecer, la idea del Santo Oficio era desposeer de ciertos derechos a unas familias del pueblo, atacando precisamente a las viudas de los defensores del pueblo.
Ahora sí, la leyenda: vivía en Cangas una mujer de 70 años como cualquier otra, con una familia, un hogar, un mundo. Todo transcurría en su vida con normalidad cuando de repente los turcos atacaron el pueblo desde el mar, dando muerte a su esposo. Su nombre era María, y a partir de ese momento su vida cambió por completo: abrumada por la soledad y el desconsuelo todas las tardes iba a la orilla del mar a contemplar aquel lugar donde su amado había dado la vida. Al tener un comportamiento sospechoso, los rumores de que era meiga (bruja) no se hicieron esperar en el pequeño pueblo, por lo que el clero decidió juzgarla, sometiéndola a graves tormentoas a fin de hacerla confesar, cosa que sucedió después de un tiempo. Como todos sospechamos, la pena que se le aplicó fue la de la confiscación de sus bienes y derechos. La historia de María pervivió en el pueblo, que la bautizó como MAría Soliña, o María Solita, por la soledad que sentía aquella pobre mujer. Y su recuerdo ha pervivido por casi 4 siglos, recordada en coplas y poemas, que son un reclamo imperecedero frente a la injusticia, ensalzando a una mujer que se atrevió a no olvidar a quienes amaba.
Polos camiños de Cangas
a voz do vento xemía;
Ai que soliña quedache,
María Soliña.
Por los caminos de Cangas
la voz del viento gemía
ay, que solita quedaste
María Soliña.
2 comentarios
faz -
y q gacho ** por lo de soliña
rebeca -