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UNIVERSALIDAD DEL PATRIMONIO GALLEGO PORTUGUES: TIEMPOS MODERNOS Y CONTEMPORANEOS

El carácter eminente rural del territorio, la difícil accesibilidad de éste, la dispersión en innumerables aldeas y la baja escolarización, contribuyeron a la creación de un vastísimo Patrimonio Oral basado en la relación con la naturaleza, la organización social y el universo creencial–simbólico o creativo. A pesar de las diferencias emergentes, el alma del habitante de estas tierras siguió creando y recreándose: enfrentándose y aliándose con la naturaleza; realizando las labores cotidianas e impregnándolas de un sentido ulterior, casi místico; conservando y transmitiendo leyendas y cántigas en las cuales plasmar todo aquello que daba valor a su existencia individual y colectiva; celebrando fiestas en las que se volvía a encontrar a sí mismo como parte del medio que lo rodeaba; siguió haciéndose a la mar y construyendo embarcaciones; realizando encajes o tejiendo el lino; plasmando el saber heredado en una visión distinta y propia de ser que se abría paso y se reafirmaba en la vida de la aldea, sin saber que muy pronto llegaría a distintos rincones del planeta.

El Patrimonio gallego portugués se halla extendido por el mundo, ocurriendo esta difusión durante distintos períodos: el primero, protagonizado por Portugal, vendría con la colonización de territorios como Brasil, Angola, Cabo Verde o Mozambique; el segundo, sería liderado por Galicia durante los siglos XIX y XX con la migración de casi 2 millones de gallegos, los cuales eligieron Latinoamérica como tierra de promisión, especialmente Cuba, Argentina, Venezuela o Uruguay.

Durante el siglo XIX, con la conformación del Estado Nación, tal y como lo entendemos ahora, se desarrollaron culturas de estado que tendían a uniformizar la vida, la lengua y las costumbres de sus habitantes. Al existir dos ejes de gravitación distintos: Madrid y Lisboa, estos marcarán la pauta e irradiarán nuevos elementos diferenciadores, que lejos de ser inocuos, intentarán homogeneizar a los pobladores de estas tierras de acuerdo a sus criterios. Es el caso de un anuncio publicitario en la edición gallega de un periódico español de fines del siglo XIX, en el que se leía: “No sea usted bárbaro, hable español, la lengua del país”.

Décadas más tarde, en el siglo pasado, concretamente en la década de los 60,  se inicia un proceso de crisis para esta cultura, inducida por factores como la  tecnificación del trabajo agrícola y las actividades pesqueras, la migración a las ciudades, el acceso generalizado a la cultura y a los medios de comunicación, entre otros. Frente a estos cambios, propios de la vida moderna, el patrimonio gallego portugués ha iniciado una fase de readaptación, en la que sin renunciar a sus costumbres y tradiciones, se intenta insertar éstas en el siglo XXI. La tradición así, no sólo se conserva en la memoria de las personas mayores sino que algunas son insertadas dentro del quehacer cotidiano, alcanzando nuevos significados incluso más allá de las necesidades primigenias, constituyendo símbolos de identidad local, gallega o portuguesa, testimonio de una cultura que se niega a perder su bagaje, su forma particular de ver la vida y entender al mundo y que aspira a dar lo mejor de si en  el intercambio global.

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